En el complejo arqueológico-industrial de Prado Puente están los restos del Molino de la Tuerta, un pequeño molino que estuvo en funcionamiento desde, al menos, 1724, dedicado a la molienda de cereales con una piedra movida por un salto de agua en canal. Este molino fue modificado y utilizado para realizar el corte y machacado de telas y trapos para, a partir de ellos, crear la pulpa de la pasta de papel. La fuerza de las aguas del río Manzanares eran canalizadas a través del Caz de Los Quiñones, que primero movió las piedras de moler y luego los mazos y cuchillas del molino. El primitivo canal de piedra fue sustituido por una gran rueda hidráulica cuando se amplió la instalación y, junto a él, se construyeron varios edificios y estructuras anejas que sirvieron para decantar la pasta, prensarla y, finalmente, blanquearla con productos químicos. Después, la pasta de papel era trasladada a la fábrica para confeccionar los pliegos y bobinas.
El Caz de los Quiñones, tan antiguo como la propia villa y la infraestructura más importante para la vida de los manzanariegos data, al menos, del siglo XVI, y estaba destinado a usos económicos del agua como el riego de huertas y prados, el movimiento de ingenios hidráulicos (molinos, batanes, ferrerías o tintes) y el abastecimiento de zonas habitadas. Consta de tres partes: la presa de captación de aguas en la confluencia del río Manzanares con la Cañada de los Toros, la canalización realizada en mampostería de granito y los diferentes ramales que regaban las huertas de esta margen del río hasta la zona de Prado Puente. Aquí, servía de fuerza motriz para el Molino de la Tuerta; después, las aguas continuaban su camino hasta el antiguo Batán del Real Hospicio de Madrid y un ramal surtía al lavadero público junto al Puente Viejo. Las aguas no utilizadas seguían su curso regando otras huertas y prados en la zona meridional de la población. La salida del Caz de Los Quiñones del Molino de la Tuerta es una espectacular construcción de cantería con dos metros de anchura, solada con granito.
La crisis industrial de finales del siglo XIX, y el proyecto del Marqués de Santillana para construir la Presa de Santillana y un salto hidráulico para dar agua y luz a los nuevos barrios de la zona norte de Madrid, supusieron el final de esta industria a principios del siglo XX.